lunes, 10 de enero de 2011

Tarjeta amarilla

Llevo jugando al fútbol desde los nueve años.
He pasado por muchas categorías: categoría benjamín y alevín cuando jugaba con chicos; fútbol sala femenino; y fútbol 11, femenino sub16 y regional...

Pues... no recuerdo...

no recuerdo de ningún árbitro haber recibido una tarjeta amarilla en ningún partido hasta ayer...

Muchos partidos he jugado y muchos árbitros he conocido pero hasta ayer ninguno me ha desquiciado tanto... Y mira que los ha habido malos, malos, pero muy malos... pues hasta ayer no me había metido con ellos delante suyo o si lo había hecho había tenido la suerte de que no me oyeran. Yo soy más tranquila que eso como para entrar en provocaciones y meterme en ellas, no me gusta, simplemente prefiero mantenerme al márgen. Soy más de separar peleas que de entrar en ellas.

Ayer empece de lateral izquierdo y este árbitro era conocido ya pero no le tenía manía ni mucho menos. Se comió cuatro o cinco manos ¡¡delante suyo!! puedes pasar por alto una, dos o incluso tres... pero tantas no, ¡no ver tantas manos es imposible! ¿y sabéis cual fue su primera respuesta? Dijo: "¿Qué quereis, que se corte el brazo?. Mi cara de alucinación fue de escándalo, pero lo dejé pasar. Aunque ese día estaba calentita y algo enfadada no era motivo para echarselo en cara. Pero ya fueron muchos errores arbitrales que como defensa afectan más porque se ven mejor y porque uno de esos errores puede llevar a gol contrario.

Pues bien, el árbitro me llamó la atención, el muy cabrón oía todo lo que decía y debía apuntarlas en su libreta mental... pero la gota que colmó el vaso en la primera parte fue otra jugada en la que no estaba la mano de por medio. Ellas sacaban de banda, yo cubría por detrás a su extremo y no dejé que se diera la vuelta así que ella misma echó el balón fuera. Pues bien, ya os lo imaginaries... el árbitro pitó fuera mía. Sacaban ellas decía.
¡Exploté! Le volví a dejar bien claro que se EQUIVOCABA y hasta la jugadora en cuestión me dio la razón y mira que no lo suelen hacer eh! pues nada, que yo era la que me equivocaba...
Pues cogió el árbitro y me dijo: "Llevas ya cuatro o cinco quejas, sigue así que te muestro la tarjeta". Yo asqueada y con cara de risa me di la vuelta y me fui a lo mío, no era plan de contestar.

Debía quedar poco de la primera parte que no volví a entrar al trapo con el, nosotras marcamos el primero y nos fuimos con ventaja al vestuario. Todas felices, yo con cara de asco... Lo comenté en el vestuario y me dieron la razón pero yo seguía erre que erre...

Sabía que me cambiarían en la segunda parte porque habían dos laterales en el banquillo que podían ser sustituidas por mí y porque yo aún sigo con molestias en la rodilla derecha. Y si me cambiaron, pero antes de que lo hicieran, volvió a ocurrir, el inepto ¡la volvió a cagar!

Esta vez... una compañera hizo una falta en la banda, no discutible cierto pero no un entradón. El árbitro sacó tarjeta amarilla a mi compañera y mientras estaba colocando la barrera le dijo que ni siquiera había ido ella a pedirle perdón. Y yo contesté: "Tú no tienes porque obligar a hacer nada a nadie, asi que calladito" Tal vez no fueron palabras textuales pero algo si me pasé y el no lo dudó claro, me sacó la amarilla... Y con su carita de niño feliz se quedó tan contento y se dio la vuelta... Esa falta además propiciaría que nos empataran el partido a dos.

Alé, dos minutos mas tarde me cambian... Adios árbitro, ¡hasta nunca!

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