jueves, 11 de noviembre de 2010

un segundo... un susto...

Como todas las mañanas he cogido el autobús a la misma hora en el mismo sitio (rara vez no ocurre esto entre semana) y ahí estaba como cada mañana mi autobusero preferido.. Ese señor tan amable que te saluda por las mañanas y te saca la primera sonrisa en un largo día que te espera..
Subí la primera de los que esperábamos en la parada, saludé al conductor y rápidamente eché un vistazo al autobús por sí veía a alguien conocido y como no fue así (mejor si he de confesar porque prefiero ir sola tranquilita escuchando musica y pensando..) me senté en la segunda fila. Pero como todo transcurrió en un segundo me tropezé al guardar el abono, me apoyé en el asiento de la primera fila y sin querer empujé a la señora que estaba sentada en el asiento delantero donde yo disponía a sentarme.
Con los auriculares puestos escuchando la musica a un volumen que me permite aislarme de los demas, me disculpé con la señora sin esperar respuesta pero ella muy seria respondió: "Me has dado un gran susto", y yo sin querer hacer de aquello algo más tan sólo le volví a pedir disculpas y nos sentamos sin nada más que añadir.

Si pensais que ahí queda el susto que os iba a contar... estais muy equivocados...

Yo cojo el autobús en la penúltima parada de tres cantos y después de este altercado y estar ya todos sentados yo iba leyendo el periódico Tricantino que había cogido al salir de casa. Estaba entretenida leyendolo y no miraba a mi alrededor.. pero de repente, un frenazo, me balancée hacia delante y me golpée con el asiento delantero, oí gritos, oí un barullo, me quité los auriculares y miré para adelante, todo había transcurrido en dos segundos, el autobús estaba detendido en mitad de un paso de cebra justo un metro antes de la última parada de tres cantos, en el instante que aproximadamente 5 chavales estaban cruzando y se habían quedado a medio metro del autobus ahí detenido con el conductor pidiendo disculpas a las personas que cruzaban en tan solo cinco segundos.. Se movió hacia la derecha, subieron los dos pasajeros que quedaban por coger el autobús en tres cantos y el conductor preguntó en medio del barullo de los pasajeros si estábamos bien, todos estabamos bien, todos sufrimos un contratiempo mientras conducimos o incluso siendo peatones. Nos puede pasar a todos, estabamos bien. Y de ello se iba a encargar de hablar todo el trayecto hasta su destino: la autonoma, la señora de la que hablé anteriormente. Muy pesada no paró de comentarlo con el pobre conductor con cara pálida.. Al principio parecía que le echaba la bronca y después tan sólo le intentaba tranquilizar. No escuché toda la conversación, seguí inmersa en mi lectura y en escuchar la música como cada trayecto.

Seguro que fue algo que aquella señora comentaría a todos con los que se cruzara ese día.. para mí: tan sólo una anécdota más que contaros..

Hasta otra..

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